La economía de la iglesia de
Dios gira alrededor del Señor, del amor y de compartir. "Todos los que
habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas; y vendían sus
propiedades y sus bienes, y los repartían a todos según la necesidad de cada
uno" (Hch.2:44,45). ¿Con qué resultados? ¡Tenían el poder del Espíritu
Santo, tenían gracia y "no había entre ellos ningún necesitado"!
(Hch.4:34)
¿Fue un método efectivo? "Sí,
claro", dirá alguno, "¡pero no serviría en la actualidad! ¿Ahora todo
es diferente!" ¿Pero por qué? La gente sigue siendo gente, ¿no es cierto?
Y Jesús sigue siendo Jesús, ¿no es verdad? La tarea sigue siendo la misma, ¿O
no? ¡Y la Palabra de Dios es tan buena hoy como lo fue hace 2.000 años! ¡Sigue
teniendo efecto si obedecemos!
"Del que tiene, según su capacidad; y al
que no tiene, según su necesidad". Ese es el generoso principio del
amor... ¡y el amoroso principio de compartir! Y quienesquiera que hicieran lo
mismo que hizo la Iglesia Primitiva, simplemente compartir sus hogares, su
comida y sus cosas, podrían convivir como en la Iglesia Primitiva y tendrían
tanto poder como el que ellos tuvieron: ¡abundante gracia, gran poder para
testificar y extraordinarios resultados!
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