¡Las reglas del juego, de este juego de la vida, consisten en elegir,
en elegir incesantemente! Dios nos hace elegir todo el tiempo y nos deja
decidir por nuestra cuenta y actuar dentro de ciertos términos.
La voluntad de Dios se podría comparar con un
túnel que nos confina y que reduce nuestros movimientos y posibilidades a un
margen determinado de acción. Nos mantiene dentro de ciertos linderos y
limitaciones, pero la dirección que tomemos dentro del túnel -a derecha o
izquierda, arriba o abajo-, depende en gran medida de nosotros y de lo que
escojamos. En tanto se mantenga uno dentro de los límites que Dios ha
determinado, se puede contar con un margen de tolerancia y de posibilidades
alternativas dentro de la Voluntad de Dios. Y aunque se nos permite hallar
nuestro camino dentro del túnel en la dirección que nos parezca más apropiada,
con cada paso que demos deberíamos hacer adelantos, en lugar de retroceder.
¡El túnel siempre avanza en la dirección
debida! ¡Siempre lleva a un objetivo! ¡Y naturalmente que, aunque sea un túnel,
siempre ofrece una posibilidad que es la mejor de todas! Si nos sometemos al
Señor y hacemos que nuestras decisiones sean un reflejo de las Suyas, si lo
complacemos y nos deleitamos en El, entonces estaremos marchando en la
dirección que Dios quiere, dentro de Su perfecta voluntad, en pos de la luz que
brilla al final del túnel! ¡Gracias, Jesús!
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