Hay oportunidades en que el diablo nos tienta a enaltecernos y
envanecernos, particularmente si aceptamos las alabanzas de los hombres y nos
olvidamos de que el Señor es el único que puede lograr las cosas. ¡Debemos
recordarnos constantemente que el Señor es quien lo hace todo y que sin El ni
somos nada, ni podemos hacer nada! ¡Y si lo olvidamos, Dios nos lo recordará!
Si lo necesitamos, el Señor puede llegar a utilizar
métodos bastante ásperos para bajarnos los humos y hacernos más humildes; ¡nos
ajusta las clavijas y nos pone en apuros para que recordemos que dependemos de
El total e incuestionablemente! "¡Muchas son las aflicciones del
justo!" (Sal. 34:19) ¡Por eso nos mantenemos tan justos, por nuestras
muchas aflicciones! ¡Nos mantienen orando, nos mantienen alerta, nos mantienen
luchando y muy junto al Señor, sabiendo que tenemos que confiar en El para todo
lo que hagamos!
¡Pensemos en algunos de los más grandes
hombres de la Biblia! ¡En Moisés! ¡En el rey David! ¡En José! Todos eran
hombres. Hombres de fe, sí, pero todos tenían pies de barro y todos tuvieron
errores. ¡Todos ellos se convirtieron en figuras ejemplares; no por su propia
grandeza, sino por su absoluta sumisión al Señor!
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