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jueves, 14 de febrero de 2013

¡El divino Amor de Dios, sobrenatural, milagroso, infi- nito y maravilloso, es tan grande como para perdonar!



 La misericordia de Dios es infinita, ¡es desde la eternidad y hasta la eternidad! ¡Su Amor, misericordia, perdón y Salvación no se agotan jamás! Nunca nos deja de amar, sin importar lo que hagamos. Jamás nos rechaza ni nos retira Su Amor. Siempre tiene esperanza en nosotros por mucho que nos descarriemos.
             Aun a pesar de nuestros pecados, defectos, faltas y fechorías, cualquiera que sea su gravedad, la sangre de Jesús cubre todos nuestros pecados: los pasados, los presentes y los futuros. Si dejamos de lado nuestro pecado y nos volvemos al Señor, nuestro Dios será amplio en perdonar (Isa.55:7). "Si confesamos nuestros pecados, El es fiel y justo para perdonar nuestros pecados" (1Juan 1:9). ¡No importa qué hayamos hecho! El único "pecado imperdonable" es no tener fe en Jesús, o sea, rechazarlo como Salvador.
             Pero la mayoría de la gente no sufre a causa del pecado imperdonable, sino más bien a raíz de pecados perdonables de los que no se arrepiente y por los cuales no pide perdón.
             ¡Tenemos un Dios lo bastante grande como para perdonar, no sólo nuestros errores, sino también nuestros pecados! Siempre lo ha hecho, lo hace ahora, y siempre lo hará, ¡por los siglos de los siglos! ¡Como un torrente, como un río, a pesar de todo, Su Amor y misericordia nunca dejan de manar!

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